Memem lo hizo


La cocina era grande y vivíamos todos juntos. No me acuerdo en qué año empecé, pero las cosas no andaban muy bien en el país. Como siempre. Compré papel afiche en la librería de la esquina y empecé a listar lo que los chicos y yo habíamos hecho en el año. Una hoja de papel afiche celeste por cada uno de nosotros. Todo bajo el título general de "Menem lo hizo" repitiendo el slogan de la propaganda de gobierno de algunos años atrás. Colgué los cuatro carteles en las dos paredes que rodeaban la mesa donde comíamos y allí estuvieron hasta Reyes, como el resto de la decoración de Navidad. Me pareció que era una manera de que el desaliento no se tragara nuestras vidas. Los chicos se lo tomaron con humor. 
Hasta que Pablo vivió en Argentina, seguí haciéndolo de la misma manera: papel afiche, destacables de cada en uno en una lista escrita con marcador grueso: Ariel rindió tres materias, Margarita tuvo un contrato nuevo, Pablo se recibió, Francisco ganó un campeonato de Judo. Los logros eran, son, variados. Están los laborales y los académicos pero también hay "se animó a cortarse el pelo", "armó un mazo de Magic invencible", "nada tres veces por semana" o "empezó yoga".
Cuando Pablo se fue, el "Menem lo hizo" empezó su era digital en formato PPT, Paper 53 o Prezi. Voy experimentando herramientas y programas. Lo mando por mail. Y al título se le agregaron, paulatinamente, algunos subtítulos: "No fue magia" primero y después "Cambiamos". Y también hubo una hoja más para cuando Mechi, la mujer de Pablo, se incorporó a la familia. En el de 2018 agregué una frase de cierre: "A vos no te fue tan mal, gordito", un volea de Raúl Alfonsín para un energúmeno que lo increpó en un acto. 
Podríamos haber hecho una lista deseos. Pero noto que somos menos de hacer planes que de armar balances. Y también noto que cuando pienso lo que querría me deslizo por el barranco del "tengo que". Lacan decía que la lógica del Superyó es "si se puede, se debe". Supongamos por un momento que esa especie de fábula de una Hidra de siete cabezas del aparato psíquico tenga algún asidero. Eso explicaría que mis deseos se conviertan rápidamente en new year resolutions, y pasen instantáneamente al just do it de Nike. 
¿Pero los deseos se cumplen porque un genio en una botella nos los concede o hay que remar en el galeón de la perseverancia y el temple? Para el genio tendría una lista interminable empezando por algo que nunca sé si quiero o no realmente: ¡no morirme nunca! Por lo menos, no quiero envejecer más. Y deseo que nada se me caiga más de lo ya caído, y que pueda seguir trabajando. O más bien que un familiar desconocido me deje una fortuna importante. Tuve una secretaria new age y esencialmente chiflada que tenía la certeza de que iba a heredar a un tío muy rico de cuya existencia todavía no tenía noticias pero que iba a aparecer de pronto. Ella me decía "vos pedí, Marga, vos pedí mucho que el Universo te lo va a dar".
Pediría un hombre. Pero no estoy segura tampoco de quererlo. No tengo ganas de tomarme más tantas molestias.
Podría aspirar a una casa más grande. Pero una casa más grande viene con más cosas para mantener y limpiar y pagar. Gracias, así estoy bien.
Querría un auto nuevo libre de gastos de patentamiento y con alquiler de cochera incluido para que no me lo agarre el granizo como pasó con el que tengo ahora. Ya que estamos podría tener el título de propiedad de la cochera más que un alquiler.
Y querría buenos zapatos y carteras, por lo menos una Birkin de Hermès. Y un Open Heart de Elsa Peretti. Y algún pañuelo de seda, como la gente  y no India Style. Y coraje, mucho coraje para usar lo que me gusta como me guste.
Anna Wintour, la que ironizan en "Devil wears Prada", la editora de Vogue, usa siempre unas sandalias color tostado, muy escotadas y escuetas de Manolo Blahnik. La mujer es vieja --no tuvo ningún genio generoso o tenía otros deseos-- y tiene dedos trabajados por los años y un empeine con venas marcadas. Pero las usa siempre, mucho, para ir a lugares como la Semana de la moda en París y a la de Nueva York y a toda clase de eventos sociales. Parece que Blahnik le hace unas más claras para cuando tiene la piel pálida y unas más subidas para cuando está bronceada. Mirtha Legrand dice que para ser elegantes hay que usar siempre medias, incluso en pleno verano. Que el genio se libere de su botella y me libere a mí de vivir en semejante agobio. Que me deje ser como Anna aunque el mundo me odie y hagan una película para burlarse.



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